Un tigre por un mono. Cambia el lindo felino de "Resacón en Las Vegas" por un simio drogadicto y tienes, en gran medida, "Resacón 2 ¡Ahora en Tailandia!". Aunque, siendo honestos, existen más diferencias entre la comedia estadounidense más taquillera de la historia y su secuela. Exactamente una, Tailandia. Una vez variado las compañÃas animales y el destino, no busquéis más, no hay más que rascar, el resto de personajes, esquemas narrativos y argumento es idéntico. Tratado de segunda parte que ofrece "más de lo mismo", "Resacón 2", obviaremos el inevitable acompañamiento que en España se le ha dado a su tÃtulo, hace de este elemento una virtud, de la reiteración un logro y del exceso su mejor baza. Si algo funciona, no hay porque cambiarlo, debieron pensar sus responsables y, para que negarlo, han tenido toda la razón.
¿Quién tiene la culpa de que estemos ante una secuela tan divertida? Por un lado, el guión escrito, esta vez a seis manos, por Scott Amstrong, Criag Mazin y Todd Philipps, este último responsable también de la notable dirección, vuelve a dar en el clavo casi siempre que se lo propone, llevando las situaciones humorÃsticas a ese lÃmite donde lo grosero no alcanza a ser ofensivo pero si lo suficientemente irreverente como para despertar a la carcajada dormida. Y, por otro, el trÃo de ases que, una vez desvelado en su predecesora, se asienta en esta segunda entrega como un tridente mágico de actores que, se intuye, no se lo han pasado mucho peor que sus carismáticos personajes. De este modo, Bradley Cooper demuestra que se le da mucho mejor el papel de amigo guaperas y chulito que el de héroe atÃpico de thrillers irrelevantes ("Sin lÃmites"), Ed Helms justifica su éxito dentro de la comedia americana convirtiéndose en el eje, o mejor dicho vÃctima, de la mayorÃa de desgracias que ocurren a lo largo del film y, por encima de todo, y todos, Zach Galifianakis, auténtico descubrimiento de "Resacón en Las Vegas" que confirma rotundamente la esencia de "roba escenas" de su personaje, el, de nuevo memorable, Alan, auténtica estrella de la pelÃcula.
La suma de los mismos factores que reventaron la taquilla y el mundo de la comedia hace dos años vuelve a dar el mismo resultado. Una pelÃcula divertida, salvaje, muchÃsimo más inteligente de lo que parece a primera vista que, en sus mejores momentos, supera a su alabada predecesora. El "dÃa después" vuelve a merecer la pena ser contado y uno no puede evitar la carcajada sonora entre tanto travesti, mono camello, chinos gays y budistas fiesteros. Y, quizás, el mayor logro resida en conseguir las mismas risas con los mismos recursos, sin cambio alguno. Bueno si, perdón, un mono por un tigre. Qué sencillo parece esto del humor, ¿no?