Es una época peligrosa esta de fin de año. Los cocineros tienen que vender, atraer clientes para llenar sus fiestas de fin de año, y su mejor arma, creen ellos, suele ser los menús que proponen para la noche de san Silvestre. Pero hay algunos, por aquí, por estos Lares, que deben de ver muchas películas de ciencia ficción y se lanzan a nombres de platos tan entretenidos que me dejan, literalmente, boquiabierto.
Uno de esos platos que me ha llamado la atención es: Tartar de cigalas con jugo de mejillones y su clorofila. ¿Hasta ahí todo correcto?, ¿ la clorofila no eran los pigmentos que contienen los organismos, como plantas y algas, que tienen cloroplastos en sus células?. No sabía, y siempre está bien aprender, que las cigalas o los mejillones fuesen plantas o algas y que por lo tanto pudieran tener clorofila.
No contento con sus descubrimientos el cocinero nos propone “Sorbete cítrico al vodka con perfecto amor y lío de frambuesa”. Vamos, que uno va a la cena con su pareja ¿y acaba liado con una hermosa frambuesa en un juramento de perfecto amor (no sabía que hubiera legislaciones de perfección sobre el amor)?. Imagino que el titulador de platos se refiere a ese licor con base de curaçao y alguna frambuesa liofilizada. Osea, que para un sorbete de limón con unas gotas de vodka, coloreado con el licor y unas frambuesas casi rompo con mi pareja con un coctel frío que, como se ha demostrado repetidamente, es muy negativo colocar entre las comidas calientes, y éste joven se empeña en amenazar nuestra salud con teorías atrasadas.
Eso por no hablar de quien en el menú de nochevieja coloca dos veces Foie, por mucho que una sea de pato, y otra de oca. ¿Es que estos cocineros no se paran a leer en frío sus propuestas?